LA IMPORTANCIA DE ESTAS NOTAS CONSISTE EN RETOMAR LA CHISPA Y EL EMPUJE DE COLECTIVOS Y CIRCULOS EN LOS QUE EL DINAMISMO SE PIERDE YA SEA POR PROTAGONISMOS DESGASTANTES O POR QUE EL TRABAJO Y TAREAS COLECTIVAS NO SE LLEVAN A CABO CONVIRTIENDOSE LAS REUNIONES EN UNA TERTULIA SIN METAS ESPECIFICAS.
91. En el punto anterior estudiamos aquellos métodos incorrectas de dirección y de trabajo que todo dirigente revolucionario debe combatir para poder cumplir su función de dirigente, dentro de la nueva relación entre dirigente y masas que exige el proceso revolucionario.
92. Aquí queremos estudiar la manera en que un dirigente debe actuar para poder conseguir la organización y movilización revolucionaria del pueblo. Hay muchos dirigentes que tienen muy buena voluntad, que entregan todo su tiempo y dedicación a trata de sacar adelante un proyecto con las personas o grupos que ellos dirigen, y sin embargo su acción no rinde los resultados esperados.
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¿Qué ocurre? ¿dónde puede estar la falla? ¿Qué deben hacer para organizar en forma eficaz una determinada actividad?
93. En lugar de contestar directamente estas preguntas, queremos llegar a ellas después de examinar algunos ejemplos de actuaciones incorrectas y correctas.
94. En un comité de Unidad Popular surgió la idea de hacer un diario para tratar los problemas de la población y hacer llegar las ideas y el Programa de la Unidad Popular a todos los trabajadores, no sólo a los que votaron por el compañero Allende.
95. Juan, presidente del comité, trabajador de una industria, militante de un partido de la clase obrera desde hace algunos años, y por lo tanto un compañero que sabe mucho, que está bien preparado, que sabe hablar bien, considera muy buena la idea. Piensa que con un diario que parta de los problemas más sentidos por los pobladores de ese sector, será mucho más fácil hacer llegar las ideas y el Programa de la Unidad Popular a los que todavía no se han integrado a los comités de la UP.
96. Se entusiasma y, como es un dirigente activo y responsable, se pone manos a la obra. Busca la ayuda de algunos compañeros estudiantes. Se juntan y empiezan a trabajar unidos. Los estudiantes, que saben más, terminan por redactar ellos el diario, lo sacan en stencil y luego en la Universidad sacan el número de copias que el compañero Juan estimó conveniente.
97. Este, muy ufano, parte con paquete en la mano a repartir el diario casa por casa. En el diario, entre otras cosas, se invita a la gente a una reunión donde se reiniciarán las actividades que habían quedado suspendidas después del 4 de septiembre. La gente había dejado de ir al comité porque no había nada concreto que hacer.
98. Juan, ilusionado por los comentarios favorables que recibió acerca del diario piensa que va a venir mucha gente a la reunión, pero sólo llegan las cuatro o cinco personas de siempre. Se le baja el ánimo al suelo y empieza a quejarse de que él tiene que hacer todo, que tiene que hacer el diario, repartirlo, convidar a la gente, preocuparse del papeleo del agua, del alcantarillado para la población, etc. Se queja de la irresponsabilidad y poca cooperación de los demás miembros del comité de la Unidad Popular.
99. En ese momento llega Pedro, un amigo suyo, que es miembro de otro comité de Unidad Popular. Viene muy entusiasmado porque su comité marcha a las mil maravillas. A cada reunión asiste más gente. Su influencia crece en el sector. La cosa va para adelante. Pedro cuenta que acaban de organizar una policlínica en la población. “Y lo bueno –dice- es que la directiva del comité hace trabajar a toda la gente. Ellos dicen que todos nosotros tenemos que ser capaces de tener alguna responsabilidad. Se formó así una pequeña comisión para ir hablar con el Comité de la UP de la Salud, ya que supimos que ellos estaban dispuestos a prestar sus servicios a los comités de UP de las poblaciones. Un compañero que le pegaba a la costura hizo la colchoneta; otras compañeras recorrieron las casas para juntar relleno para la colchoneta, otros compañeros pintaron el local otros están reuniendo fondos para comprar los remedios más urgentes. Cada uno tiene su tarea; hasta a mí me han pescado. Yo, que antes me aburría en esas reuniones en que decían puras cosas generales, ahora asisto contento, porque tengo que dar cuenta de mi tarea. Los dirigentes nos explican con todo detalle de qué se trata y todos discutimos lo que hay que hacer. Ellos también tienen su peguita, eligen las pegas más sacrificadas. Así da gusto trabajar.”
100. El compañero Juan escucha con atención, y mientras tanto va comparando la forma en que él organizó lo del diario con la forma en que se organizan las cosas en el otro comité. Como es un compañero sincero, honesto, se da cuenta de que no basta con desear que las cosas marchen, que es
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necesario organizarlos bien, que es necesario que él no acapare todo, que aunque pierda tiempo debe enseñarles a los demás compañeros a hacer las cosas que él está haciendo solo.
101. Así, a la semana siguiente, la reunión del comité tuvo un carácter muy distinto. Por última vez Juan fue personalmente, con el diario, a convidar a la gente. Cuando se reunieron unas quince personas, él contó a todos las ideas del diario, les pidió a los compañeros y estudiantes que trataran de conseguirse un mimeógrafo manual, una cajita muy simple que él había conocido en su sindicato.
102. Entre las quince personas se repartieron el trabajo. Un grupo redactaría la hojita, y decidieron que era mejor que fueran los mismos pobladores, ya que ellos podían averiguar directamente con la gente cuáles son los problemas más urgentes del sector; los compañeros estudiantes sólo ayudarían a coordinar cada una de las ideas y a informar a los compañeros de los últimos acontecimientos políticos. Otro grupo imprimiría el diario con ese aparatito que puede manejarse a mano. Otro grupo lo repartiría en el sector. Un compañero carpintero pensó que él podía hacer un mimeógrafo para que la población contara con su propio aparato y no tuviera que depender del de los compañeros estudiantes. Así, si había noticias apuradas que comunicar, se podría sacar en cualquier momento una hojita. Las quince personas estaban muy entusiasmadas, sentían que por fin tenían algo concreto que hacer. El compañero Juan no necesitó quejarse más. El comité fue creciendo. Aparecieron nuevas tareas. El compañero Juan no olvidó nunca la lección que sin pensar le dio su amigo Pedro.
Este es sólo uno de los muchos casos que podríamos contar.
103. Examinemos ahora punto por punto los distintos aspectos que un dirigente debe tener en cuenta para que su trabajo revolucionario fructifique.
104. 1. En primer lugar, no se deben hacer sólo llamados generales. Por ejemplo, no se debe llamar solamente a asistir a una concentración. Es necesario ligar ese llamado general a la Planificación de un trabajo concreto que permita poner en práctica ese llamado general. En el caso de la concentración, por ejemplo, es fundamental planificar concretamente la forma en que puede lograrse la mayor asistencia posible. Por ejemplo, hacer reuniones en que se explique y discuta el sentido de la concentración, la distribución de tareas concretas entre los asistentes: que unos prepararon los gritos, que otros hagan los carteles, que otros corten los papeles, etc.
105. No basta, por lo tanto, hacer un llamado general o fijar una tarea, es necesario discutir o planificar con qué medios y en qué forma se va a llevar a cabo.
106. 2. Debe haber una división del trabajo, en la que cada persona cumpla una tarea específica que contribuya a la obtención de la meta perseguida. Por ejemplo, en el caso de una JAP que decide planificar la distribución de alimentos en un sector, es necesario hacer una encuesta casa por casa para saber cuánta gente vive en cada una de ellas. Para hacer más rápido el trabajo es conveniente dividirse el sector entre varios equipos. Cada equipo debe contar con una persona que anote los datos que previamente se decidió investigar. Por otra parte, alguien debe cumplir la tarea de coordinación de los equipos y de recepción final de todos los datos.
107. 3. Todos deben estar muy bien informados de las tareas que deben cumplir. Hay dirigentes que se quejan del escaso resultado de su esfuerzo, pero se olvidan de analizar el hecho de que están acostumbrados a apoyarse en un grupo muy reducido de personas y trabajan en general en un gran aislamiento. Esto ocurre porque hagan lo que hagan no les gusta perder tiempo en explicar las cosas a quienes dirigen. En el fondo, quieren que todos participen en el trabajo, pero no se dan cuenta de que sino se explica a los demás qué hay que hacer, cómo hay que hacerlo, es difícil conseguir su colaboración. Sin duda resulta muchas veces más rápido que el dirigente que está habituado a hacer
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las cosas las haga él mismo, sin recurrir a otras personas, pero si sigue esta política se verá abrumado de tareas y no habrá preparado a otras personas para que tomen responsabilidades cuando él falte.
108. Ser buen dirigente significa ser capaz de darse tiempo para informar y enseñar a los compañeros.
109. Un buen dirigente no es aquel que lo hace todo, ni el más eficiente, ni el que habla mejor; es aquel que va trabajando de tal manera que va formando a nuevos compañeros para que ellos tengan iniciativa y, puedan en el futuro desempeñar cargos de responsabilidad.
110. 4. Debe plantearse una sola tarea central en un mismo periodo. Algunos dirigentes asignan a sus subordinados tantas tareas que éstos se pierden y no saben por dónde empezar. Les piden al mismo tiempo, siguiendo con nuestro ejemplo de la JAP, encuestar al sector, controlar tres almacenes que en él existen, detectar de dónde proviene el mercado negro de pollos y formar nuevas JAP en otros sectores vecinos.
111. 5. Debe evaluarse el trabajo después de realizada la tarea. Es muy habitual ver en nuestro país que rara vez se evalúa un trabajo después de realizado, es decir, no se analiza críticamente. Este es un hábito muy malo, ya que sólo analizando los errores cometidos podemos evitarlos en el futuro. La práctica, la experiencia, deben ser aprovechadas plenamente y para ello es importante revisar cada uno de los pasos dados para ver dónde se actuó incorrectamente, dónde la actuación fue justa, y dónde surgieron experiencias nuevas que pueden enriquecer las actuaciones futuras.
112. El dirigente proletario no debe responder sólo de cómo él dirige, sino también de lo que hacen los que son dirigidos por él.
113. Al analizar en forma colectiva la actuación de cada persona o equipo y al criticar sus actuaciones incorrectas, debe tenerse siempre presente que lo que aquí interesa es “curar la enfermedad para sanar al enfermo” para salvarle la vida y no para condenarlo a morir.
114. La crítica y la autocrítica no pueden ser armas destructivas, que aniquilan a quienes las reciben. Deben ser, por el contrario, instrumentos constructivos, que ayuden a superar las fallas, que ayuden a ver de qué manera podrían hacerse mejor las cosas, que señalen caminos para corregir errores.
115. 6. Debe aprender a manejarse en situaciones nuevas donde las fórmulas o las normas para responder a los problemas todavía no están hechas. Un dirigente requiere gran iniciativa y capacidad creadora y debe a la vez estimular esta iniciativa, debe impulsar la búsqueda de soluciones nuevas. Debe atreverse a ser audaz, renunciando al trabajo rutinario que se limita a cumplir los pasos que ya otros realizaron sin investigar nuevas soluciones.
116. 7. Y lo principal, debe existir una estrecha unión del dirigente con la base para eliminar todo tipo de subjetivismo y de burocratismo.
117. Un dirigente con mentalidad proletaria tiene muy presente que no es él, sino las masas las que hacen la Historia, que es en ellas y especialmente en el proletariado donde se encuentra el verdadero potencial revolucionario.
118. Por eso sabe que sólo puede dirigir correctamente y con una línea política justa si está íntimamente ligado a las masas y si conoce sus inquietudes, es decir, sus intereses espontáneos inmediatos. Sin embargo, las tentaciones burocráticas son muy grandes. Muchos dirigentes caen muy rápidamente en la tentación de dar órdenes desde arriba sin preocuparse de la situación real de sus compañeros de trabajo.
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119. Un dirigente revolucionario sabe trabajar ligado a las masas. No impone nada desde arriba. Sabe recoger los ideas de los compañeros, explicarlas en forma más adecuada, sintetizarlas, ordenarlas y transformarlas en guías de acción.