lunes, 4 de agosto de 2008

MOVIMIENTOS SOCIALES

A principios del siglo XIX los mexicanos enfrentaban a dos tareas, la expulsión de los conquistadores y el desarrollo de la identidad nacional y en la revolución de 1910 a la ruptura del feudalismo tardío que había impuesto la dictadura de Porfirio Díaz. Hoy los mexicanos nos enfrentamos al desmantelamiento de la identidad nacional, el apetito renovado del imperialismo norteamericano y europeo, la descomposición de la clase política mexicana (promotora principal de los intereses extranjeros en México) y la dispersión del movimiento social.


Las condiciones históricoculturales en las que se desarrolla el movimiento social en México están acotadas por la matriz cultural en la que nace la protesta, es decir, el entorno está mediado por los valores culturales, no es posible deslindarnos de esa realidad, los límites en la construcción de las demandas están dados por las necesidades inmediatas de la población.


La demanda económica es uno de los principales detonantes de la protesta, alrededor de ella se aglutina la población y da comienzo la movilización con el fin de obtener la satisfacción de sus demandas, pero este tipo de movimiento es muy vulnerable, está condicionado por las propias necesidades y no cuenta con una estructura estable que le permita avanzar a la consolidación de organización social de larga vida.


Es importante hacer énfasis en las “sutiles” formas que el estado mexicano utiliza para someter a los opositores y a toda la semilla de la protesta, haciendo uso de las estructuras institucionales para doblegar toda iniciativa social de abajo.


Las formas que toma la demanda van desde la manifestación pública (plantón, marchas, volanteo, mitin); cada uno de estos elementos de la protesta están medidos por los cuerpos de seguridad del estado mexicano (policía judicial, CISEN, Gobernación, Inteligencia Militar) se le da un seguimiento puntual a toda forma de organización y de protesta y se actúa según sea el caso:


1. Hacer vació al movimiento social

2. Usar las estructuras del estado contra los miembros del movimiento

3. Presionar a los dirigentes visibles

4. Organizar movimientos paralelos con los “mismos fines”

5. Detener a los militantes para generar miedo y desbandada en los lazos débiles de la protesta

6. Amedrentar de los dirigentes

7. Detenciones Arbitrarias

8. Desaparición forzada


Este protocolo ha sido usado una y otra vez en contra de los movimientos sociales en México, de manera sistemática el estado mexicano limita la participación de la sociedad, acotando y detenido a la sociedad para impedir toda intención de organización. En este proceso la izquierda oficial y oficiosa ha jugado un papel de cancerbero del poder no en pocas ocasiones infiltrando y desvirtuando a los movimientos sociales con el ofrecimiento de candidaturas y puestos en la estructura partidaria.


Es tan fangoso el piso en el que se erige la protesta en México que son los propios movimientos los que opta por el aislamiento con tal de mantener la orientación inicial de la demanda; porque en el proceso de lucha, la fractura interna es una amenaza latente.


La actual coyuntura nacional que vive la participación de la sociedad en el país se ve negada desde tres frentes: el sistema educativo, el sistema político y el sistema científico-cultural de México; estas áreas mantienen un estilo en la aplicación de las ideas que niega toda posible versión distinta de la realidad que le permita a los mexicanos organizar de manera coherente una interpretación y transformación de su entorno inmediato.


Las universidades juegan el papel de contención y dispersión del movimiento social; la cultura promovida desde el poder es acartonada y con una gran carga de distinción y de racismo; y finalmente el sistema político es un dique a la organización de la sociedad desde abajo.


No es posible negar ya la fractura del tejido social en México, la cual alcanza proporciones devastadoras desmoronando las bases de la sociedad y desalentando toda iniciativa de participación, producto de una devastación de la planta productiva del país, lo que genera un empobrecimiento deliberado de la población.


Deliberadamente se promueve la pobreza desde el gobierno a través de mecanismos que les permiten mantener, no sólo una mano de obra barata para el mercado norteamericano y los extranjeros asentados en el país sino también es el control político de la población con el que se mantiene en permanente zozobra a la población.


La pobreza de los mexicanos, combinada con la ignorancia, son la principal válvula de contención de la protesta social, lo que logra focalizar la demanda en algunos sectores de la clase media y en menor medida de las capas más pobres del país, lo que genera prácticamente una nula posibilidad de oponerse a las políticas de entrega sistemática de los recursos de la patria para el enriquecimiento de unos cuantos.


La dispersión del movimiento social en México, es generada de una manera deliberada con la promoción de la desinformación sistemática de la población y la presentación en los medios de una enorme cantidad de “versiones” de la realidad con las que se desorienta a la población, impidiéndole de esta manera tomar decisiones que la lleven a elaborar nuevas versiones de la realidad en la que vive.


Aunado a lo expuesto, nos encontramos con el nulo respeto a los derechos de los mexicanos, la impunidad y el atropello de toda iniciativa de desarrollo de una imagen de la participación de los ciudadanos en el país, lo que impide que se presente una coherencia en la participación de la población.


¿Es posible lograr una organización del movimiento social desde abajo?, y, ¿qué características habrá de tener una organización aglutinada entorno a demandas sociales? La periferia de la política, que es donde se mueven los movimientos sociales tiene un enorme potencial de generación de ideas e iniciativas para la transformación de las condiciones en las que cotidianamente vive la población.


No son pocas las interpretaciones sociológicas del movimiento social en México (Hanse, 1972; Hewitt, 1979; Zaid, 1979; entre otros), pero indistintamente todas nos convocan a los aspectos macrosociales que dan por resultado la protesta social en momentos de crisis económicas y políticas.


Por otra parte, en una perspectiva microsocial, estructural-simbólica entre los que se encuentra la aplicación del Análisis de Redes Sociales (ARS) en el estudio de los movimientos sociales nos permite considerar la perspectiva de los “lazos débiles”, es decir aquellos encuentros entre organizaciones que se encuentran en la periferia de la política oficial, que dan como respuesta la unidad en la frontera de los movimientos, y es lo que impulsa la transformación de la sociedad y de los propios movimientos sociales.


Hay, sin embargo un aspecto débil en el análisis de redes sociales que actualmente se desarrolla en EEUU y Europa, y es el uso desde ese análisis de una interpretación de la sociedad que niega la influencia de los gremios en el desarrollo de las redes sociales (personales, políticas y académicas), buscando estar a tono con las interpretaciones posmodernas en la sociología que se circunscriben al concepto de capital social, lo que lo hace caer en una perspectiva parcial de la sociedad.


Aún así, es factible hacer uso el concepto de red social para desarrollar una amplia coordinación del movimiento, dirigiendo la protesta y los temas en los que se enfocaría la demanda con el fin de trastocar las otras redes con las que se organiza el poder y el dinero. El EZLN ha considerado establecer la red como estructura de movilización de la sociedad, pero ha caído, no pocas veces, en la interpretación predominante en el estudio de redes sociales que hemos expuesto en el párrafo anterior, llegando incluso a negar el papel de la lucha de clases y proletariado en la transformación de la sociedad.


Sobredimensionar el potencial de las redes sociales nos coloca del lado de quienes han promovido el neoliberalismo con las metáforas de la sociedad-red, la red mundial de comercio, la era de la información, la red de redes, y un sin fin más de constructos conceptúales que rayan en el eclecticismo y que es finalmente con los que se promueve la dispersión de los movimientos sociales.


Pasar de las catacumbas de la política a influir de manera decidida en cada uno de los aspectos de la realidad, hace necesario una organización con audacia, inteligencia, disciplina y decisión que participe en distintos planos de la realidad nacional, y para que ello sea posible, necesitamos de la diversidad de los movimientos sociales que se presentan en todo el territorio desde abajo.


Ya no es posible callar lo que es evidente, y que se expresa de manera descarnada día con día en la sociedad mexicana: el abuso permanente del poder para acallar todo indicio de protesta. Lo que da por resultado el estancamiento del país.


Debemos considerar impostergable la unidad de los movimientos sociales en México, porque las condiciones que vive el país simplemente nos indican que es inevitable un estallido social con enormes consecuencias para la población, situación para la que, de manera inequívoca, los órganos de represión del estado se han estado preparando y el pueblo en su conjunto no.


La coherencia en la protesta y la claridad de los objetivos es lo único que puede garantizar que el movimiento social no se desvié, cayendo en manos del voluntarismo y del oportunismo; ambos aspectos son lo que finalmente matan la protesta desde el interior de la misma.


Es necesario insistir que México no necesita una “revolución de diseño”, prefabricada en los camerinos de las productoras cinematográficas del imperialismo norteamericano y europeo; al país le es urgente desparasitarse de todas las rémoras que le obstruyen el camino a una transformación profunda, y ahí es donde está el papel del movimiento social.


Son muchos los obstáculos a los que se enfrenta todo movimiento social emergente y enorme la distancia que separa al economicismo de la organización política de la lucha de clases, de ahí la importancia del desarrollo de la conciencia en cada una de los momentos de la movilización de masas.


La educación de los militantes como hemos expresado en la primera parte de este escrito es fundamental en el crecimiento y triunfo del movimiento social y en la coordinación nacional de la protesta, lograr que la iniciativa se presente en todos la estructura de las organizaciones y se cuente con una metodología medianamente coherente de la enseñanza y el aprendizajes es lo que nos va a permitir desarrollar en poco tiempo un frente de lucha que influya en la vida cotidiana.


En el desarrollo de la categoría de los “procesos psicológicos superiores” (Vygotsky, 1979), encontramos una herramienta para la educación de los militantes considerando siempre y de manera decidida pasar de una “zona de desarrollo real” a una “zona de desarrollo próximo” proceso en el que es fundamental el uso del pensamiento y el lenguaje para mediar la aplicación de las herramientas culturales que nos permitan la transformación la realidad.



La formación de los militantes, el correcto análisis de las circunstancias en las que se presenta la lucha social y la unidad del movimiento social en el país son tres aspectos que determinaran en gran medida la transformación de las condiciones de despojo en las que vivimos los mexicanos.


Referencias:


Heller, Agnes (1991) Sociología de la Vida Cotidiana, Península, España

Vigotski, L.S. (1979). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores, Crítica, España


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